El confinamiento es un concepto burgués. «La idea es que todos tengamos una casa individual,
un poco burguesa, en la que podamos refugiarnos. El confinamiento es necesario para frenar la
pandemia actual, evidentemente. Ahora, como sociólogo, veo que la idea del confinamiento
tiene un cierto número de presuposiciones y no corresponde a la realidad. Es como si la vida
de los pobres no tuviera ningún valor», expresa Hamza Esmili investigador y profesor de la
Universidad de París VIII en una entrevista para BBC Mundo.
En casi todo el mundo, los gobiernos determinaron que la gente no salga, que se queden en
sus casas y hagan teletrabajo, sin embargo, ¿cómo le dices a una persona que vende
refrescos, verduras, frutas, que vive del día, que trabaje desde casa?. Para este sector de la
población, esa forma de trabajo ni siquiera la tienen registrada y más aún, para ellos eso no es
posible y es ahí donde nace la pregunta, sabiendo que van a salir de todas formas, ¿No tienen
miedo de contagiarse? Claro que sí, no se necesita mucha ciencia para comprender que el
miedo a contagiarse está a flor de piel.
Según el investigador Bruno Rojas del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario
(CEDLA), indica que en Bolivia se tiene más del 50% de empleo precario e informal, que está
más cerca del desempleo. Cerca de 5 de cada 100 habitantes de las ciudades en edad de
trabajar en Bolivia, se encontraban sin empleo en el último trimestre de 2019; es decir, que el
desempleo en las ciudades cerró en 4,83%, superior al 4,29 registrado al inicio del 2019, según
un último informe difundido a principios de marzo por el INE.
Los efectos económicos de este confinamiento serán graves para el país, pero en este
momento lo son para la población que no cuenta con los recursos para sostener el día a día, “el
precario, el informal”. Es el grupo que sale a trabajar, bajo su riesgo, siendo su suerte echada a
una ruleta rusa frente al incremento de contagios que existe, quienes se proveen de lo
necesario que está a su alcance para protegerse. Existe una delgada línea entre la necesidad
de subsistencia y la probabilidad del contagio.
Sabemos perfectamente que estamos por entrar al momento crítico donde los contagiados
superarán los miles, sin embargo, no podemos crucificar al que se contagió, porque salió a
ganarse el pan para llevar a su casa, y cuando en el corto o mediano plazo como dicen los
especialistas en el tema, gran parte de la población se contagiará. Nadie quiere enfermarse,
pero está claro que no todos pueden quedarse en el “búnker de su casa” esperando que les
llegue provisiones. La delgada línea entre la protección personal y mi entorno y, la necesidad,
es la que debemos aprender a manejar.
Sara Espinoza
Subgerente Socioambiental en investigación y proyectos geoespaciales
Fundación Amigos de la Naturaleza
https://www.la-razon.com/voces/2020/04/28/una-delgada-linea/